Época: Renacimiento3
Inicio: Año 1400
Fin: Año 1500

Antecedente:
El retrato, el monumento y el sepulcro
Siguientes:
Retrato alegórico y ecuestre

(C) Victor Nieto y Alicia Cámara



Comentario

Algunos retratos de Pisanello, como el de Ginevra d'Este (París, Museo del Louvre) y Lionello d'Este (Bergamo, Academia Carrara), en los que el personaje aparece de perfil, constituyen, en cambio, un ejemplo de continuidad con soluciones preexistentes debida a la peculiar personalidad artística de este pintor. Baste compararlo con otros retratos en los que el personaje aparece de perfil, como los del Díptico de Federico Montefeltro y Battista Sforza (Florencia, Uffizi), de Piero della Francesca, para comprobar las diferencias que los separan. Mientras los retratos de Pisanello son una renovación del lenguaje preexistente, los de Piero de la Francesca constituyen una clara afirmación de los principios de la nueva pintura. En estos últimos, el fondo de paisaje sobre el que se recortan ambos personajes aparece tratado mediante una perspectiva aérea que hace que el individuo se muestre en estrecha relación con el paisaje.
La tipología del retrato de perfil tiene una estrecha correspondencia con otra manifestación artística íntimamente unida a la idea de conmemoración y fijación en la Historia: la medalla. Aunque había sido una práctica cultivada durante la Edad Media, en el Quattrocento adquiere una gran relevancia en relación con el retrato gracias a la iniciativa llevada a cabo por Pisanello que realizó veinticuatro medallas entre 1438 y 1450. En el caso de la medalla no puede hablarse de la recuperación de un género antiguo, pues era continuación de una práctica ininterrumpida a la que ahora se le otorgaban nuevos valores de representación.

Para la historia del retrato en el Quattrocento la medalla posee una importancia fundamental, al ser piezas de carácter autónomo, transportable e independiente y que comportaban un panegírico o alegoría relativa a la virtù del retratado. Incluso la medalla se convierte en un género en el que se han conservado retratos de humanistas, como el de L. B. Alberti (París, Louvre). Por otra parte, la medalla asume otro papel importante en el contexto artístico y social del Quattrocento al convertirse en un objeto que formaba parte de las colecciones de los principales mecenas de la época.

Aunque la tipología de retrato de perfil se mantiene en Italia a lo largo de todo el siglo XV, paralelamente surgieron nuevas tipologías que culminaron en la creación por Leonardo del retrato clasicista. Hacia 1450 se producen innovaciones importantes con respecto al convencional retrato de perfil. El Retrato masculino (Washington, National Gallery), de Andrea del Castagno, pintado hacia 1450, muestra al personaje en posición de tres cuartos mirando al espectador y destacándose sobre un fondo de celaje. Solución que tendrá otra variante en el retrato frontal, como por ejemplo el Retrato de joven (Londres, National Gallery), pintado en 1483 por Botticelli.

Una renovación paralela a la que acabamos de comentar lo constituye, en el campo de la escultura, la aparición del busto surgido como recuperación de una tipología clásica. Una novedad importante es que el busto carece de pedestal y su base está formada por un plano derivado de cortar la escultura al ras, solución que se ha querido poner en relación con los bustos relicarios medievales, y que tendrá un amplio desarrollo a lo largo del Quattrocento.